miércoles, 4 de abril de 2012

Astor Piazzolla: Muerte y transfiguración del tango

















El 11 de marzo de 1921, nace en Mar del Plata, Argentina, Astor Piazzola, hijo de inmigrantes italianos. En algún momento de 1929, su padre, sintiéndose nostálgico por su Italia natal, compra un bandoneón en una casa de empeños por 18 dólares y lo pone en manos de su aun pequeño hijo, Astor, sin darse cuenta en ese momento que estaba ayudando a despertar a uno de los más grandes talentos del siglo XX, al hombre que cambiaría el tango para siempre.

Piazzolla pasaría gran parte de su infancia en Nueva York, antes de regresar a Argentina en 1937, donde tocaría en cuantos cabarets y orquestas encontrara, al lado de los mejores músicos de tango de su pais. Años después, decidido a convertirse en compositor, se presenta sin ningún aviso en la casa que el famoso pianista Arthur Rubinstein tenía en Buenos Aires, con una partitura bajo el brazo (bastante amateur, según recuerda él mismo), y por mediación de Rubinstein se pone en contacto con el no menos famoso compositor Alberto Ginastera, quien hasta entonces no había tenido un solo alumno y que estaba a punto de sacar a la luz las obras que le darían el amplio reconocimiento del público. Seis años pasaría bajo su tutela.

En 1953 obtiene un premio por un obra suya, llamada Sinfonieta, y una beca para estudiar en París con Nadia Boulanger, la mejor maestra de composición del siglo XX (quien, paradójicamente, nunca quizo componer nada ella misma). En este punto de su vida, Piazzolla comenzaba a avergonzarse de ser un músico de tango en aquel ambiente "de conservatorio", llegó incluso a considerar abandonarlo. Es bien conocida la historia de como la Boulanger le alentó a que siguiera con esta música popular, cuando el estaba decidido a olvidarse de ella en favor de la sinfónica. "¡Pedazo de tonto, esto es Piazzolla!", solía decirle la vieja maestra. En ese momento, Piazzolla comprendió que había encontrado un estilo y que no debía abandonarlo.

Astor Piazzolla es probablemente el mejor melodista de la segunda mitad del siglo XX (los otros geniales compositores de su generación se alejaron del camino melódico para explorar otros caminos menos transitados). Como el brasileño Heitor Villa-Lobos, llevo la música popular de su país a las salas de concierto del mundo, justo como los viejos húngaros, Kodaly y Bartok hicieran antes con la música folclórica de su tierra natal.

Emoción; parece ser el primer mandamiento de Piazzolla; inquebrantable: la emoción ante todo. ¿Y quien es capaz de quedarse impasible, de no sentir sus nervios exaltarse al escuchar su corazón latir más fuerte mientras nos penetran las notas de esta música prodigiosa?

Imaginese a un virtuoso del bandoneón (¡y que virtuoso!) tocando mientras en el fondo hallamos golpeteos estridentes al piano, armonías ultramodernas, bitonalidades y otro montón de elementos musicales inesperados. Tal vez no seria tan aventurado decir que Piazzolla es el precursor directo de lo que hace hoy en día la banda inglesa Radiohead, quienes tomando influencias de compositores orquestales, como Messiaen y Penderecki, llegaron a elaborar su propio estilo en el mundo del rock.

Un crítico del New York Times dijo una vez: "Todo lo de arriba que hace Piazzolla es música; y por debajo, se siente el tango". "Y tenía toda la razón", solía decir el compositor.

Músico de fusiones, Piazzolla revitalizó el tango como nadie; no solo alimentandolo con siglos de música clásica (Bach, los romanticos del siglo XIX, Bartok, Stravinsky), las mezclas y los experimentos continuarían: su intento de tango-jazz junto al saxofonista Gerry Mulligan, su octeto electrónico, así como sus colaboraciones con Caetano Veloso y otros músicos latinoamericanos. La única fusión que al parecer nunca pudo realizar (a pesar de haber intentado con Spinetta y Charly Garcia) fue la del tango-rock; en propias palabras de Piazzolla, el rock argentino estaba entrando en la misma situación que el tango de los años cuarenta, del cual, en su momento, había expresado: "no querían cambiarlo por nada del mundo, hacían todo lo posible por mantenerlo viejo y aburrido". Precisamente por sus innovaciones llegó a ganarse varios enemigos entre los tangueros de su país, quienes pensaban que su música no podía considerarse realmente tango, pues traicionaba toda su tradición musical. Pero independientemente de sus detractores, Piazzolla se ha abierto camino; escuchándose cada vez más; y el numero de sus admiradores, creciendo cada día. Hoy, 17 años después de su muerte, su música sigue más viva que nunca.